Mateo 14:13-21
En el día de hoy comenzamos una serie de tres predicaciones titulada Un mundo mejor. La meta de esta serie será invitarnos a practicar la disciplina espiritual del servicio; siendo esta la experiencia de usar nuestras capacidades e invertir nuestras energías, tiempo y dinero en asuntos más importantes que nosotros mismos para construir un mundo mejor. Hoy afirmaremos que cuando soñamos con un mundo mejor, hay que identificar las necesidades a nuestro alrededor, ser compasivos y dar a los demás de lo que Dios ha puesto en nuestras manos. El texto de Mateo 14 nos ayudará a ponernos los lentes del servicio. Veamos este pasaje.
La historia presentada en Mateo 14:13-21 es una historia que aparece en los cuatro evangelios, incluyendo el evangelio de Juan, que tiene diferencias marcadas con los otros tres evangelios. Cuando una historia aparece escrita en los cuatro evangelios, quiere decir que la historia tiene dos cualidades: veracidad e importancia. La historia fue tan real e importante que en los diferentes momentos en que se escribieron los evangelios, los cuatro evangelistas decidieron incluirla. Todos los evangelios nos hablan de que cinco mil hombres fueron alimentados por Jesús, pero contando la niñez y las mujeres, pudieron haber sido alrededor de 20,000 personas.
La historia nos cuenta que Jesús se sube a una barca luego de saber que Juan el Bautista fue decapitado por Herodes, y se va en una barca a un lugar desierto; muy probablemente a orar. La gente ya había visto los milagros de Jesús, y mientras Jesús estaba en la barca, la gente estaba caminando desde las ciudades hacia el lugar en donde Jesús estaba. Cuando Jesús ve llegar a toda esta multitud decide bajar de la barca y sanar a los enfermos. Teniendo el dato de que Jesús quería apartarse a un lugar desierto, es muy probable que sanar a los enfermos que le seguían no estuviera en su agenda. Jesús interrumpe voluntariamente su tiempo de oración para servir. No hay duda de que Jesús necesitaba ese tiempo a solas, pero en ese momento las necesidades de quiénes le seguían eran más importantes que las de él.
Primera aplicación que quiero traer de esta historia: servir a los demás conlleva en múltiples ocasiones interrumpir voluntariamente actividades importantes, para atender asuntos más importantes, como las necesidades de otros. Es muy probable que casi todos/as hemos tenido la oportunidad de servir a alguna persona, pero por la prisa o porque ya teníamos una actividad planificada decidimos no interrumpir nuestra agenda. Si queremos servir como Jesús lo hizo, nuestras agendas de vida necesitan tener flexibilidad. Alguien dijo en una ocasión que “Siempre me habían enfurecido las interrupciones diarias, hasta que entendí que las interrupciones eran la vida misma”. Juan Wesley dijo “…el creyente debe mostrar su entusiasmo por las obras de piedad; pero mucho más por las obras de misericordia; viendo que Dios quiere misericordia y no sacrificio…aun la lectura y la oración deben ser omitidas o pospuestas al llamado de la caridad…”
Luego de que Jesús sana a estas personas, éstas le siguieron hasta el anochecer. Ante este cuadro, los discípulos invitan a Jesús a despachar a estas personas que comenzaban a tener hambre. Una vez más, Jesús decide romper con la agenda y pone las necesidades de estas personas por encima de las de él y sus discípulos. En vez de despachar a estas personas, Jesús invita a los discípulos a darles de comer. Los discípulos le dicen a Jesús que entre ellos solo tenían cinco panes y dos peces. Jesús tomó eso que parecía muy poco para alimentar a aquella multitud, levantó los ojos al cielo, bendijo los alimentos y los repartió entre la multitud. La Biblia dice que comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que sobró: doce cestas llenas. Alrededor de 20,000 personas comieron esa tarde.
Este milagro de la multiplicación de los panes y los peces nos provee un modelo de cómo debe ser el servicio cristiano que desea construir un mundo mejor. Voy a resumir este modelo en tres palabras: necesidad, compasión y dar. El servicio comienza identificando cuál es la necesidad a nuestro alrededor. Es poner nuestra atención en aquellas carencias, sufrimientos o dificultades que enfrentan quiénes nos rodean. No se puede servir a otras personas si no sabemos qué necesitan. Las personas que siguieron a Jesús carecían de comida, y Jesús no se puso a orar por ellos o a cantarles un corito; Jesús les proveyó comida. Servir conlleva tomar tiempo para hacer un diagnóstico.
Hace unos meses atrás esta iglesia estuvo varias horas caminando entre las calles de nuestro barrio haciendo un censo para conocer las necesidades de la comunidad. En adición, hace unas semanas ustedes tuvieron la oportunidad de identificar cómo la iglesia podía ayudar a la comunidad a través de un cuestionario. ¿Quieren saber lo que la comunidad y ustedes dijeron sobre cómo esta iglesia puede ayudar a este barrio? 1. Visitando a los ancianos/as que están solos/as, 2. Ofreciendo ayudas económicas a familias necesitadas, y 3. Actividades para la juventud y la niñez. La necesidad ya está identificada, ¿cuál entonces es el proceso paso? La compasión.
La compasión es la acción (no el sentimiento) de acompañar al que sufre y dar de lo que tenemos para saciar su necesidad; reconociendo que nosotros mismos pudiéramos estar en esa posición. La compasión es el paso que va más allá de saber lo que la gente necesita. Los discípulos sabían que la gente tenía hambre, pero Jesús les invitó a tener compasión de esa gente y saciar su necesidad. La compasión no es cogerle pena a la gente, como decimos en Puerto Rico. No se trata de lamentarnos por sus carencias, sufrimientos o dificultades. La compasión no es algo teórico, no es un pensamiento, es una acción. Para que haya servicio necesitamos cambiar nuestro lamento por acciones concretas que sacien necesidades. La compasión nos lleva a dar, lo cual es el tercer paso.
Al igual que ocurrió con los discípulos, cuando identificamos la necesidad y somos movidos a actuar, en ocasiones creemos que no tenemos nada que dar o que simplemente es muy poco. Un detalle muy importante de este milagro de la alimentación de los cinco mil es que Jesús no les dijo a los discípulos que multiplicaran el pan y los peces, les dijo: “Traédmelos acá”. Quién realizó el milagro de la multiplicación fue Jesús; la responsabilidad de los discípulos fue servir con lo que tenían a la mano. Ante las necesidades y la oportunidad de servir, ¿cuántas veces nos vemos como incapaces para servir? ¿Cuántas veces vemos todo lo que no podemos hacer? ¿Cuántas veces miramos lo que no tenemos, en vez de mirar lo que sí tenemos? ¿Cuántas veces nos decimos unos a otros que no podemos? Una de las enseñanzas más hermosas que nos trae Jesús ante la oportunidad de servir a los demás es que no podemos vernos a nosotros mismos desde lo que carecemos, sino desde lo que tenemos. Jesús nos enseñó que servir a los demás es un acto de fe, en donde nos enfocamos en lo que sí tenemos y lo ponemos en las manos de Dios para que El haga la obra. Cuando Dios nos invita a servir, él sabe lo que tenemos para dar. Cuando Dios nos puso en esta comunidad, es porque Dios sabe que tenemos los recursos humanos, los recursos económicos y las capacidades para suplir las necesidades de esta comunidad. Como personas y como iglesia necesitamos mirarnos como instrumentos capaces de servir y construir un mundo mejor. Iglesia: ¡Deja de estar mirando lo que no tienes y comienza a mirar lo que sí tienes, que es mucho! Elimina de tu mente y tu boca estas dos palabras: NO PUEDO.
Nuestro Obispo nos decía en el día de ayer a un grupo de líderes de nuestra iglesia que como iglesia necesitamos dejar de estar lamentándonos por lo que no tenemos, y que dejáramos de compararnos con otras iglesias. El Obispo nos decía que esta iglesia tiene mucho que dar a Puerto Rico para construir un mejor país. Mientras él hablaba, vino a mi mente la historia del elefante encadenado. Este era un elefante que desde muy bebé fue encadenado a una estaca en el piso. Cuando era bebé era incapaz de sacar la estaca que sostenía la cadena que le ataba. En múltiples ocasiones intentó quitar la estaca pero no pudo, y este elefante creció con la idea de que era incapaz de quitar la estaca. El elefante creció y nunca más intentó nuevamente quitar la estaca, aunque ya su cuerpo le permitía salir de las cadenas que le ataban. En ocasiones los seres humanos y la iglesia hemos llegado a la conclusión de que somos incapaces para hacer muchas cosas, no porque no podamos, sino porque creemos que no podemos. Quizás en el pasado no se pudo, y creemos que siempre será así. Las experiencias previas no pueden detenernos en el llamado que Dios nos está haciendo de servir a la gente que Dios ha puesto a nuestro alrededor. Si antes no se pudo, lo menos que esta iglesia puede hacer es volverlo a intentar, tomar riesgos y eliminar el NO PUEDO. Y si nunca se ha intentado, lo menos que se puede hacer es ver todo lo que tenemos para dar y ponerlo en las manos de Dios para que Él lo multiplique. Servir es un acto de fe.
¿Queremos construir un mundo mejor? ¿Queremos suplir las necesidades de la comunidad en donde Dios nos ha puesto? Necesitamos ponernos los lentes del servicio. Los lentes del servicio nos permiten dos cosas: ver las necesidades de la gente, pero también nos permiten ver lo que tenemos para dar para suplir esas necesidades. Nos permite ver la carencia de otras personas, y la abundancia que tenemos en nuestras manos. Te invito a ponerte los lentes del servicio. ¿Cuál es la necesidad que puedes identificar? ¿Qué tienes en las manos para dar? Es tiempo de actuar con compasión y servir.