Salmo 46
¿Cuántos de ustedes han tenido la oportunidad de visitar un castillo? Un castillo es por definición un lugar fuerte, cercado de murallas que brinda protección y seguridad a las personas. En casi todos los países existen construcciones catalogadas como castillos, lugares que tuvieron el propósito de brindar protección contra los ataques de los enemigos y ante los eventos climáticos. En Puerto Rico tenemos el Castillo del Morro, como el castillo más conocido. A los castillos y fortificaciones que brindan protección y seguridad se les ha llamado de varias formas: alcázar, torre, torreón, atalaya, fuerte, palacio fortificado, ciudadela y alcazaba. En el verano del 2012 tuve la oportunidad de visitar un castillo en España, llamado El Alcázar. La experiencia fue impresionante, porque verdaderamente era un castillo enorme. Las personas que vivieron en el mismo tuvieron que haber sentido protección, seguridad y paz en el mismo.
El Salmo que hemos leído en el día de hoy tiene un propósito fundamental: comparar a Dios con un castillo fuerte en el cual podemos refugiarnos en momentos de crisis y desesperanza. Para el salmista, solo Dios es el lugar en donde podemos encontrar el verdadero refugio en medio de las tormentas de la vida. Solo en Dios podemos encontrar esperanza y seguridad en medio de las dificultades. El Salmo 46 es una invitación a confiar y esperar en Dios en momentos de angustia. Hoy, al estudiar este salmo, seremos invitados a ver a Dios como un castillo en el cual podemos refugiarnos en medio de las tormentas de la vida. El Salmo 46 nos enseña que el primer paso ante las dificultades y tormentas de la vida es refugiarnos en Dios y esperar en Él.
El Salmo 46 puede dividirse en tres partes: los versos del 1 al 3, 4 al 7, y 8 al 11. Veamos los versos del 1 al 3 (RVC):
Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en todos los problemas.
2 Por eso no tenemos ningún temor.
Aunque la tierra se estremezca,
y los montes se hundan en el fondo del mar;
3 aunque sus aguas bramen y se agiten,
y los montes tiemblen ante su furia.
Estos primeros versos, que incluyen ese primer verso tan famoso, es el verso que establece el propósito del salmo: Dios es nuestro amparo y fortaleza en medio de las dificultades. La primera imagen que el autor quiere resaltar en estos tres versos es la de un Dios que puede restaurar el orden cuando llega el caos. Para hablar del caos el salmista hace referencia a los eventos de la naturaleza que traen desorden, como los terremotos que afectan tanto la tierra como el mar. Dios tiene la capacidad, según el salmista, de reordenar todo y hacer que el caos finalice. Es el Dios que tiene control de todo, de la tierra y del agua. Esta imagen no era desconocida para los israelitas, porque los relatos de la creación presentaban a un Dios creador de todo, que tuvo la capacidad de crear y reorganizar la tierra cuando ésta estaba “desorganizada y vacía”. El mismo Dios que había estado en la creación, reorganizando todo y trayendo orden, era el mismo que estaba con ellos en medio de las dificultades y angustias de la vida, y podía calmar la tempestad, y traer orden en medio de los terremotos de la vida.
Esta imagen es sumamente poderosa. Los terremotos son experiencias que no se pueden predecir, son eventos que llegan sin aviso. No hay duda de que los terremotos causan estragos a las ciudades y pueden destruir en segundos lo que se ha construido en siglos. Para los israelitas los terremotos eran símbolo de caos y destrucción. Sin embargo, yo creo que el salmista quería ir más allá de los terremotos, literalmente hablando. El salmista lo que quería decir era que cuando a la vida del ser humano llegan eventos que son como terremotos, que no avisan y causan caos en la vida, Dios es como un castillo al cual podemos refugiarnos para recibir protección y seguridad.
Los terremotos de la vida son en ocasiones más devastadores que los terremotos literalmente hablando. Los terremotos de la vida son esos eventos como un divorcio, la muerte de un ser querido, una enfermedad, la pérdida de empleo, una mala noticia, que llegan a nuestra vida y nos desorientan. El salmista nos dice que cuando lleguen esos momentos a nuestra vida, la única forma de superarlos es refugiarnos en Dios. La única forma de enfrentar los terremotos de la vida es acudiendo a quién verdaderamente tiene poder para crear nuevos caminos y reorganizar nuestra vida cuando ésta está desorganizada y vacía. Dios es quién tiene poder sobre todas las cosas, y puede traer luz en medio de la oscuridad, consuelo en medio del dolor, esperanza en medio de la incertidumbre, calma en medio de la tempestad, orden en medio del caos. ¿Estás pasando por un terremoto en tu vida? ¿Un evento que llegó sin aviso y te ha desorientado? ¿Vives en caos y desorden? Dios es tu amparo y fortaleza, tu pronto auxilio en todos tus problemas.
La segunda parte del salmo son los versos 4 al 7:
Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios,
el santuario donde habita el Altísimo.
5 Dios está en medio de la ciudad;
por eso, la ciudad no será conmovida;
ya en la mañana Dios le brinda su ayuda.
6 Braman las naciones, se tambalean los reinos,
pero Dios habla y la tierra se derrite.
7 ¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos!
¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob!
Para entender mejor esta segunda parte, hay que conocer un evento muy importante en la vida del pueblo de Israel. En el año 701 aC, la ciudad de Jerusalén fue acorralada por los sirios. Los sirios, liderados por el famoso general Senaquerib, esperaban la rendición del pueblo por falta de agua. Sin embargo, Ezequías, rey de Judá, emprendió una obra extraordinaria de ingeniería, que le permitió superar la crisis y vencer al ejercito de Siria: construyó un túnel para llevar al interior de la ciudad aguas que provenían de la fuente de Guijón, que estaba a las afueras de los muros de la ciudad, y llegaban a una gran cisterna, conocida como el estanque de Ezequías. Como los israelitas no se rindieron y se manifestó una plaga mortal sobre el ejército asirio, el general tuvo que desistir de sus planes invasores y regresarse a su país para salvar su vida y la de sus soldados. Israel atribuyó esa victoria a la misericordia divina. El salmo 46 revela ese sentimiento de triunfo y esperanza. En breves palabras, la ciudad de Jerusalén fue acorralada, pero Jehová les protegió. Sus enemigos no pudieron entrar y tuvieron que irse. Por eso es que el salmista dice:
5 Dios está en medio de la ciudad;
por eso, la ciudad no será conmovida
Para los israelitas Dios fue literalmente un refugio en medio de la dificultad. Jehová les protegió del enemigo que les amenazaba. Dios fue literalmente un refugio en donde pudieron encontrar paz en medio de la guerra. Jerusalén significa Ciudad de Paz. El salmista nos quiso decir que en Dios podemos encontrar paz cuando somos amenazados por circunstancias que nos quieren destruir. A través de estos versos, el salmista quiere resaltar la paz y tranquilidad que vienen cuando escogemos esperar en Dios en medio de las dificultades de la vida. La paz en el ser humano es resultado de estar dentro del mejor castillo del mundo: Dios. ¿Las dificultades de la vida te han robado la paz? ¿Te sientes amenazado por la vida? Refúgiate en el castillo más fuerte que existe: Dios.
La tercera parte del salmo son los versos 8 al 11:
¡Vengan a ver las grandes obras del Señor!
¡Ha sembrado en la tierra gran desolación!
9 ¡Ha puesto fin a las guerras en los confines de la tierra!
¡Ha roto los arcos y despedazado las lanzas!
¡Ha arrojado al fuego los carros de guerra!
10 «¡Alto! ¡Reconozcan que yo soy Dios!
¡Las naciones me exaltan! ¡La tierra me enaltece!»
11 ¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos!
¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob!
Les confieso que esta es mi parte favorita, porque el verso 10 es uno de mis versos favoritos en la Biblia. Esta parte va dirigida a evidenciar que la paz de la cual disfruta el mundo, es consecuencia de la mano de Dios. En un contexto más cósmico, Dios es quién pone fin a las guerras. La paz que Dios trae no solo es a la vida del ser humano, sino al mundo entero. La clave para que el mundo entero experimente esa paz está expresada en el verso 10: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (RV), “¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!” (NTV), “¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios!” (DHH), “Dios dice: Dejen de pelear y acepten que yo soy Dios.” (PDT), “Desistan y sepan que soy Dios (BLPH) y “¡Alto! ¡Reconozcan que yo soy Dios!” (RVC). ¿Cuál es la clave para experimentar la paz de Dios? Rendirnos ante Dios y esperar en Él.
Las dificultades, las tormentas y los terremotos de la vida, en ocasiones nos tientan con rendirnos. Rendirnos es la actitud que tomamos ante la vida cuando pensamos que ya no hay salida, no hay soluciones y que todo está perdido. Rendirnos es darle paso a la desesperanza y el miedo. Rendirnos es la acción que refleja nuestra falta de fe. Hoy te quiero decir algo: NO TE RINDAS ANTE LAS DIFICULTADES DE LA VIDA, RINDETE ANTE DIOS Y ESPERA EN ÉL. Rendirte ante Dios es la forma de reconocer el poder y la autoridad de Dios ante las circunstancias que parecen no tener solución. Es la forma en que le expresamos a Dios que creemos que para Él no hay nada imposible. Es la forma en que pedimos auxilio en medio de los problemas. Es la forma en que le expresamos a Dios nuestra confianza de que Él tiene poder para reorganizar el caos, para hacer caminos donde no los hay y para traernos paz en medio de las batallas de la vida. No te rindas ante la crisis, ríndete ante Dios.
En septiembre 9 del 1989 nuestra isla enfrentó un huracán llamado Hugo. Yo tenía siete años. Era la primera vez que experimentaba un huracán, y como pueden imaginarse, fue todo un evento para mis hermanos y para mí. Recuerdo que mis padres nos orientaron y nos dijeron que íbamos a dormir en el cuarto de mi hermana, porque ante los huracanes, uno tenía que buscar el lugar más seguro de la casa. El cuarto de mi hermana era el cuarto con menos ventanas, y por consiguiente el más seguro. Durante el huracán, todos dormimos y nos mantuvimos en ese cuarto.
El mejor lugar para pasar los huracanes de la vida, es Dios. El lugar donde más seguros vamos a estar y donde experimentaremos paz, es Dios. Dios es el mejor amparo, fortaleza, castillo, y refugio durante las dificultades de la vida. Solo Dios puede traer orden en medio del caos, esperanza en medio de la angustia. Como diría Martín Lutero: Castillo fuerte es nuestro Dios. ¿Estás pasando por un terremoto en tu vida? ¿Un evento que llegó sin aviso y te ha desorientado? ¿Vives en caos y desorden? Dios es tu amparo y fortaleza, tu pronto auxilio en todos tus problemas. ¿Las dificultades de la vida te han robado la paz? ¿Te sientes amenazado por la vida? Refúgiate en el castillo más fuerte que existe: Dios. NO TE RINDAS ANTE LAS DIFICULTADES DE LA VIDA, RINDETE ANTE DIOS Y ESPERA EN ÉL.
He podido experimentar en muchas situaciones en mi vida que he dejado todo en las manos de Dios como Él ha obrado de manera maravillosa e inimaginable para mi.
Gracias por este mensaje el cual fue detallado con poder y gloria! Es muy impactante vivir bajo el castillo de Dios especialmente en esos momentos duros por el cual he enfrentado en mi caminar. Por eso sigo refugiada en Dios.