Salmo 23
Vivimos en una cultura de apariencias. Dentro de nosotros hay una necesidad tan fuerte de ser aceptado por los demás, que hacemos lo que sea para ganarnos la aprobación de quienes nos rodean. Fingimos, mentimos y nos ponemos máscaras para hacerle ver a los demás lo que quieren ver de nosotros. Tenemos miedo de presentarnos a las personas tal y como somos, creyendo que vamos a ser rechazados. Por esta razón es que las personas auténticas y genuinas son escasas, pero bien valoradas por los demás. Es difícil encontrar personas que sean ellas mismas donde quiera y con quién sea. Vivimos en el mundo de las máscaras, escondiendo lo que realmente somos.
Este mundo de las apariencias y las máscaras ha tenido un impacto en nuestra relación con nosotros mismos y los demás, pero también en nuestra relación con Dios. Cuando oramos, ya sea en público o en privado, queremos escoger las palabras perfectas para dirigirnos a Dios. Creemos que necesitamos decir las palabras adecuadas para que Dios escuche nuestra oración. Creemos que nuestras oraciones son analizadas por Dios, para ver si están correctas. Hemos perdido autenticidad y genuinidad con nosotros mismos y los demás, pero sobre todo con Dios.
Hoy comenzamos una serie de predicaciones sobre el libro de los Salmos. ¿Quieren saber por qué los Salmos han sido tan populares entre la iglesia cristiana, y aun entre las personas que se consideran no cristianas? Porque son oraciones y súplicas auténticas y genuinas que salen de lo profundo del corazón, sin el miedo a que sean correctas. Los salmos son expresiones reales, vivas e intensas de personas hacia Dios. Nos podemos identificar tan fácilmente con los Salmos porque en ellos se encuentran expresadas las necesidades más profundas de nuestra vida, que a veces no nos atrevemos a expresar pública o privadamente. Aunque han pasado cientos de años desde que se escribieron, los Salmos contienen oraciones y súplicas que parecen ser las nuestras hoy día.
La palabra salmos se deriva del latín psalmi, que significa instrumento de cuerdas o la canción acompañada por ese instrumento. En el Nuevo Testamento se hace referencia a los Salmos como el libro de las “oraciones”. El libro de los Salmos es entonces un libro de alabanzas y oraciones. Estas alabanzas y oraciones son un diálogo entre Dios y el ser humano. En los Salmos vemos al ser humano presentando sus necesidades más profundas, y a la misma vez la respuesta de Dios a estas necesidades. Según Samuel Pagán, los Salmos presentan la conciencia de la presencia de Dios en las dificultades y contentamientos de la vida, el reconocimiento de la necesidad de agradecer a Dios sus favores y misericordias, la afirmación y celebración de la comunión personal e íntima con Dios, los recuerdos y recuentos de las intervenciones de Dios en la historia nacional y humana, el sentido de liberación de las opresiones y persecuciones de los enemigos, y la capacidad de clamar a Dios en el momento de la angustia, con la esperanza de recibir respuesta y liberación.
Los Salmos son un recuento de lo que verdaderamente es la vida: Regocijo y dolor, felicidad y llanto, salud y enfermedad, triunfos y derrotas, contentamiento y lágrimas, alegrías y tristezas, compañía y soledad, apoyo y rechazo, solidaridad y desprecio, comunión con Dios y silencio divino, esperanza y desesperanza, alabanzas y agonía, paz y guerra, perdón y resentimientos, amor y odio, y alabanzas y maldiciones. Martín Lutero dijo que el libro de los Salmos era como una “Biblia en miniatura”. Es un resumen de la experiencia del ser humano con Dios, en donde se presentan temas tan importantes para el ser humano como la salvación, la justicia, la santidad, la paz, la esperanza, la maldad y la gratitud. Es un resumen de la visión del ser humano sobre Dios. El ser humano, a través de los Salmos, presenta su historia con Dios, en donde se recuerdan las intervenciones divinas.
Los Salmos tienen una belleza que no solo proviene de la autenticidad de sus autores, sino también de la forma poética y bella con que fueron escritos. Esta belleza literaria nos facilita la memorización de los mismos: “Jehová es mi Pastor, nada me faltará”, “Jehová es mi luz y mi salvación, de quién temeré”, “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación”, “Alzaré mis ojos a los montes, de donde vendrá mi socorro, mi socorro viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra”, “Señor, tú me has examinado y conocido, tú has conocido mi sentarme y mi levantarme, has entendido desde lejos mis pensamientos”. Esta belleza literaria y poética ha permitido a la iglesia cristiana utilizar estos Salmos en su adoración comunitaria y privada a través de los siglos. Los Salmos han sido los versos idóneos para levantarnos y acostarnos, y para comenzar y terminar nuestra adoración comunitaria. No importa que repitamos los Salmos una y otra vez, cada que vez que los leemos experimentamos la presencia y la respuesta de Dios a nuestras necesidades más profundas.
Yo he titulado esta serie de predicaciones Salmos para la Vida. Mi deseo es que los Salmos sean un medio para encontrarnos con Dios en medio de nuestra vida (no importa la situación), y de esa forma recibir la respuesta de Dios a nuestras necesidades más profundas. Por otro lado, también deseo que estos Salmos traigan “vida” a nuestra vida. Quiero que estos Salmos sean el instrumento para que el amor de Dios nos cubra y así ser llenos de la presencia de Dios para continuar el camino que tenemos por delante. Si tienes alguna necesidad, si estás pasando por un momento difícil en tu vida, si quieres ser lleno de “vida” porque te sientes desfallecer, o si quieres darte la oportunidad de que los Salmos sean un medio para recibir la respuesta de Dios a tu vida, te invito a aprovechar estas próximas cinco semanas de Cuaresma, en donde predicaremos acerca de un Salmo diferente todos los domingos. El propósito de esta serie será que podamos identificarnos con la experiencia del salmista y recibir (al igual que recibió el salmista) una respuesta de Dios para nuestra vida.
Hoy comenzaremos con quizás el Salmo más popular: el salmo 23. La versión NTV traduce el salmo de la siguiente manera:
El Señor es mi pastor;
tengo todo lo que necesito.
2 En verdes prados me deja descansar;
me conduce junto a arroyos tranquilos.
3 Él renueva mis fuerzas.
Me guía por sendas correctas,
y así da honra a su nombre.
4 Aun cuando yo pase
por el valle más oscuro,
no temeré,
porque tú estás a mi lado.
Tu vara y tu cayado
me protegen y me confortan.
5 Me preparas un banquete
en presencia de mis enemigos.
Me honras ungiendo mi cabeza con aceite.
Mi copa se desborda de bendiciones.
6 Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán
todos los días de mi vida,
y en la casa del Señor viviré
por siempre.
Este salmo es un salmo de confianza absoluta en Dios. En los primeros cuatro versos, el salmo nos ayuda a visualizar a Dios como un pastor que nos acompaña, alimenta, cuida y guía; tal y como hacen los pastores con sus ovejas. En los versos 5 y 6, se nos presenta como el anfitrión que nos recibe en su hogar y nos sirve la mesa. Por razones de tiempo, hoy solo veremos los primeros cuatro versos, y la imagen del pastor.
Los pastores en la época del salmista eran los encargados del bienestar y la seguridad de las ovejas. Los pastores eran responsables por cuidar, alimentar, guiar y proteger a las ovejas. El salmista utiliza este salmo para expresar su confianza y seguridad en la fidelidad y amor de Dios para con su vida y con su pueblo, Israel. Israel fue liberado de Egipto por Jehová, pasó por el desierto, y luego llega hasta la tierra prometida. Este camino no fue fácil, y el salmista sabía esto muy bien. En medio de las circunstancias difíciles que vivía el pueblo, incluido un desierto, Jehová era su pastor.
Es interesante que el primer verso dice “Jehová es mi pastor, nada me faltará”. Al estudiar la versión original, vemos que la intención del salmista no era expresar que Jehová actuaría en el futuro, sino en el presente. Por lo que la forma más fiel del texto original sería la versión Dios habla hoy que dice “El Señor es mi pastor, nada me falta”. El salmista tuvo la seguridad que Jehová estaba con el pueblo mientras estaban en el desierto, en la crisis, en la angustia, en el dolor, en el sufrimiento, en la escasez, en la incertidumbre, en el duelo, en el abandono, en la sequía. Al pueblo no le iba a faltar nada porque Jehová iba con ellos como su pastor. En otras palabras, si Dios estaba con el pueblo, Dios se encargaría de cuidarles, protegerles, alimentarles y guiarles en medio del camino.
El autor reconoce que el desierto es agotador, que las fuerzas se esfuman y desaparecen. Sin embargo, como su confianza está en el Pastor, el salmista puede confiar que en algún momento del camino por el desierto el Pastor le llevará a verdes prados en donde pueda descansar, y así renovar sus fuerzas. En medio del desierto que parece no tener ningún camino claro, el salmista afirma que el Pastor le guiará por “sendas correctas”, porque precisamente es un Pastor, y el Pastor da honra a su nombre. El Pastor es capaz de guiar a sus ovejas por los momentos más oscuros del camino, mientras pasan por este valle de sombras y de muerte. ¿Cómo lo hará? Con su vara, usada para proteger a sus ovejas de los peligros del camino, y el cayado (la parte redonda) que se utiliza para guiar a las ovejas.
Los desiertos de la vida no son fáciles de caminar. Los desiertos son momentos de escasez, ansiedad, tristeza, incertidumbre, dolor y agotamiento. El Salmo 23 es un salmo hermoso, quizás el más popular, porque expresa a Dios nuestra completa confianza en Él en medio del camino, que muchas veces es un desierto. Por medio del Salmo 23 podemos expresarle a Dios la seguridad que tenemos de que Él será suficiente para nuestra vida, que Él nos traerá descanso en medio del camino, que Él renovará nuestras fuerzas y nos alimentará con pastos frescos, que Él nos acompañará en medio de los momentos más oscuros de nuestra vida, y que Él nos protegerá y guiará con su vara y su cayado. Este salmo nos ayuda a afirmar que Dios está con nosotros. Dios está contigo, Dios está conmigo.
Juan 10:14-16 nos dice: “Yo soy el buen pastor. Yo conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; y yo pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a aquéllas debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor.” Ante la escasez, ansiedad, tristeza, incertidumbre, dolor y agotamiento que vives hoy, te invito a declarar que Jesús es tu Pastor. Te invito a confiar plenamente en Él. Jesús conoce cada una de tus necesidades más profundas. Jesús sabe cuál es el desierto que estás viviendo, y que necesitas ser acompañado/a, alimentado/a, guiado/a, y cuidado/a. Jesús quiere ser tu buen pastor. Quiere ser todo lo que necesitas, quiere hacerte descansar, quiere renovar tus fuerzas, quiere guiarte, y quiere estar a tu lado en el valle más oscuro. Exprésale a Jesús hoy tus necesidades más profundas, Él te escuchará y responderá. Te invito a afirmar: El Señor es mi Pastor.
Que mensaje más hermoso, sencillo y a la vez profundo que nos llega al alma y al espíritu. Nos aumenta nuestra confianza en Dios y nos renueva. Muy sublime. DLB, Titi Aida
Jehova es mi pastor nada me faltará. No hay otro como El.
Reciban un afectuoso saludo desde mi blog http://www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com