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Lucas 21:1-4
Hay quienes dicen que si quieres conocer a alguien de verdad, obsérvale mientras come. Otros dicen que para conocer a la gente es necesario observar la forma en que trata a sus seres queridos. Algunos piensan que la mejor forma de conocer la esencia de una persona es mirándole fijamente a los ojos. Yo tengo mi teoría de cómo conocer verdaderamente a alguien: observar la forma en que administra sus finanzas. Conocer cómo una persona gasta e invierte su dinero, nos deja ver lo que verdaderamente es importante para una persona. Yo creo firmemente lo que dice Mateo 6:21: “Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón”. En el día de hoy, quiero invitarles a reflexionar sobre lo que son nuestras prioridades y cómo nuestras finanzas reflejan lo que es importante para nosotros. A través de la historia presentada en Lucas 21, quiero que reflexionemos sobre lo que era importante para esta viuda, que la llevó a entregarlo todo en esa caja de las ofrendas. Hoy, quiero llevarles a entender que cuando uno ama, uno se entrega, y cuando uno se entrega, uno da. Amar es dar.
La historia presentada en Lucas 21, sobre la viuda que ofrendó, no se puede desligar de lo que estaba ocurriendo en el capítulo 20. En el capítulo 20, Jesús está inmerso en un diálogo con sus discípulos y los religiosos del templo. Surgen discusiones sobre la autoridad de Jesús, el impuesto al César, la resurrección y la naturaleza del Mesías, entre otros temas. Es importante destacar que este capítulo termina con unas palabras de Jesús advirtiendo a los discípulos a cuidarse de los maestros de la ley, porque eran egoístas. Para Jesús, a los religiosos no les interesaba ayudar a los demás, sino aparentar que eran personas serviciales. Lucas 20:45-47 nos dice: “¡Cuídense de los maestros de la ley religiosa! Pues les gusta pavonearse en túnicas largas y sueltas y les encanta recibir saludos respetuosos cuando caminan por las plazas. ¡Y cómo les encanta ocupar los asientos de honor en las sinagogas y sentarse a la mesa principal en los banquetes! 47 Sin embargo, estafan descaradamente a las viudas para apoderarse de sus propiedades y luego pretenden ser piadosos haciendo largas oraciones en público. Por eso, serán castigados con más severidad”.
Luego de esta experiencia con los religiosos, Lucas ubica la historia de la viuda en el capítulo 21 y nos dice: “Mientras Jesús estaba en el templo, observó a los ricos que depositaban sus ofrendas en la caja de las ofrendas. 2 Luego pasó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas. Les digo la verdad —dijo Jesús—, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás. 4 Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía”. ¿Cuál ustedes creen que fue la intención de ubicar estas dos historias tan cerca una de la otra? Lucas nos quiere llevar a contrastar a los religiosos con la viuda, nos lleva a establecer las diferencias entre ambas historias. ¿Cuáles eran estas diferencias?
Los religiosos estaban centrados en sí mismos, eran egoístas, y se preocupaban por adquirir riqueza para su propio beneficio, mientras que la viuda se interesó por dar lo que tenía para beneficio de los demás. Los religiosos estaban apegados a sus riquezas, mostrando así una pobre confianza en Dios como proveedor; mientras que la viuda muestra desprendimiento de sus posesiones, confiando plenamente en que Dios le iba a suplir según sus necesidades; por lo que no se apega a las riquezas, sino a Dios. Los religiosos les robaban a las viudas, mientras que la viuda entregaba voluntariamente lo que tenía. En resumen, los religiosos eran egoístas, tacaños, centrados en sí mismos y faltos de fe; la viuda fue una mujer agradecida, desprendida, sencilla, centrada en Dios y en los demás, y llena de fe. Lucas nos quiere hacer ver que los religiosos no pasaron la prueba, la viuda sí. La viuda fue capaz de desprenderse de todo lo que tenía para así confiar en Dios como proveedor, pudo dar a los necesitados como la ley lo enseñaba, pudo mostrar con sus finanzas su amor por Dios, pudo entender que todo es regalo de Dios, y pudo ofrendar con gozo. Los religiosos daban muy poco y sin amor, la viuda dio mucho por amor. La viuda entendió algo que los religiosos no pudieron entender: amar es dar.
La viuda tuvo tres características que hoy son muy valiosas para nosotros: agradecimiento, sencillez y generosidad. En medio de su escasez (porque en aquella época ser viuda era estar en una posición desventajosa económicamente), esta mujer pudo ser agradecida a Dios por lo que tenía. En vez de mirar sus necesidades y sus carencias (que eran muchas), esta mujer pudo mirar lo que tenía y ser agradecida. La viuda hizo algo que muchos de nosotros necesitamos aprender: mirar el lado positivo de la vida. En vez de estar haciendo un listado de lo que nos hace falta para irlo a comprar cuando tengamos el dinero, necesitamos hacer listados de las cosas que tenemos y de las bendiciones recibidas. El agradecimiento es una disciplina espiritual. Es mirar intencionalmente aquello que tenemos por encima de lo que necesitamos. Agradecimiento es contentamiento. Pablo le dijo a los filipenses: “…he aprendido a estar contento en cualquier situación. 12 Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que para sufrir necesidad; 13 ¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!” (Fil. 4:11-13). ¿Cómo podemos saber que esta viuda fue agradecida? Porque ofrendó. Si se hubiera dedicado a mirar sus necesidades, más que sus bendiciones, no lo hubiera hecho. El ofrendar es producto de un corazón agradecido. Ofrendamos porque estamos agradecidos de Dios por todo, aunque en ocasiones tengamos escasez. Siempre tendremos alguna necesidad, y si esperamos a no tener necesidades para entonces ofrendar, nunca ofrendaríamos.
El agradecimiento viene de la mano de la sencillez. Un corazón agradecido es uno que vive con lo que necesita, no con lo que quiere. La sencillez es la capacidad de entender la diferencia entre un lujo y una necesidad. Nosotros somos bendecidos en Puerto Rico, aunque no siempre estemos conscientes. Dos terceras partes del mundo viven bajo el nivel de pobreza, nosotros vivimos en la tercera parte que vive sobre el nivel de pobreza. En muchas ocasiones nos quejamos por lo que no tenemos, y perdemos de perspectiva que tenemos más de lo que necesitamos para vivir. Eclesiastés 7:29 dice: “Dios hizo sencillo al hombre, pero él se complicó con muchas razones”. Cuando la viuda ofrendó todo lo que tenía, fue capaz de reconocer que tenía suficiente para vivir, y que Dios se encargaría de suplir sus necesidades. La sencillez es vivir despreocupado por las posesiones, tal y como nos enseñó Jesús en Lucas 12:15: “¡Mucho cuidado! No anden deseando desmedidamente lo que no tienen. La vida no depende de la abundancia de bienes”. ¿Cómo podemos vivir en sencillez? Dave Ramnsey dijo en una ocasión: “La gente hoy día compra cosas que no necesita, con dinero que no tiene, para impresionar a gente que no conoce”. Vivimos en sencillez cuando vivimos con lo que necesitamos, no con lo que queremos.
La sencillez lleva a la tercera característica de la viuda: la generosidad. Cuando somos agradecidos y sencillos, podemos dar a Dios y los demás con facilidad. La generosidad es la capacidad de desprendernos de lo que tenemos para invertirlo en aquellas cosas que valen la pena. La generosidad es entender que mi vida no gira alrededor de mí, y que a mí alrededor tengo una variedad de oportunidades en donde invertir mis recursos económicos, mi tiempo y mis capacidades, para bendecir a otros. La generosidad es lo que hizo la viuda, que lo poco que tenía lo dio para bendecir a quienes iban a recibir la ofrenda que ella dio. La generosidad es alinear nuestras finanzas a propósitos mucho mayores y más importantes que tienen un impacto en nuestro mundo y hacen la diferencia en la vida de otras personas. La generosidad es pensar en los demás, contrario al egoísmo, que solo piensa en sí mismo. La generosidad es un acto de fe, en donde nos desprendemos de nuestros recursos con la certeza de que vamos a hacer la diferencia en otras personas, y de que Dios se va a encargar de nuestras necesidades. En 2 Corintios 9:8 Pablo nos dice: “Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra que compartir con otros.” La generosidad es compartir lo que tenemos para bendecir a otros.
¿Cuál es la forma principal en que un creyente puede practicar la generosidad? A través del diezmo. El diezmo es la práctica cristiana basada en la Palabra de Dios que nos dice en Malaquías 3:10 “Traigan todos los diezmos al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi casa. Si lo hacen —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales— les abriré las ventanas de los cielos. ¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!” El diezmo es ofrendar el diez por ciento de nuestros ingresos para la obra de Dios. El diezmo es una ofrenda proporcional a nuestros ingresos. El diezmo puede ofrecerse semanal, quincenal o mensualmente. Cada vez que usted decida hacerlo, usted llena este sobre amarillo y lo entrega durante el momento de las ofrendas. Su diezmo siempre será confidencial.
Existen dos razones por las cuales diezmamos. En primer lugar, el diezmo es una disciplina espiritual, al igual que la oración, la lectura de la Biblia y la adoración. Una disciplina espiritual es una práctica que nos transforma para ser más como Cristo. La esencia del ministerio de Jesús fue la entrega y el dar para bendecir a los demás. Cuando diezmamos, practicamos ser como Jesús, al desprendernos de lo que tenemos para bendecir a los demás.
En segundo lugar, diezmamos porque Dios nos ha bendecido con una hermosa iglesia (¡y un hermoso pastor!), a la cual amamos y queremos sostener. Esta semana yo les pedí a través de Facebook que me contestaran la siguiente pregunta: ¿Cómo la iglesia ha sido una bendición para ti? Estas fueron algunas de las respuestas:
La IMSC me ha brindado un sitio donde congregarme con mi familia (hijos, nietos y primos). A la misma vez recibo el mensaje del Pastor el cual me aclara y me inspira en las cosas espirituales. Cuando niño mi mama me llevaba los Domingos al culto y me acuerdo muy bien de Mister Lugo, el pastor y de Isidoro Pérez el nuevo pastor y de Colo Soto y Monín. Esa es mi iglesia y aunque no siempre he participado activamete siempre me he considerado Métodista y me lleno de paz cuando asisto.
Doy gracias al Señor porque cuando hace muchos años atras estaba buscando una iglesia donde congregarme me dirigio a una iglesia de mucho amor, la iglesia metodista IMSC,ahí mis hijos recibieron la preciosa semilla de la fe y en ella perseveran.Yo encontre una nueva congregacion que poco a poco se fue convirtiendo en parte de mi corazon y cada uno de los hermanos son importante para mí y sè que yo tambien les importo.Agradezco a todos los pastores que sabiamente me han ayudado en mi crecimiento espiritual y a esos hermanos que con su buen testimonio y perseverancia en la fe me inspiran a permanecer fiel .
Mi Iglesia ha sido y es la que me ha formado. Gracias a lo que mis pastores me han enseñado junto con mis padres soy un persona que ama Dios y a mi prójimo y he podido vivir una vida plena tratando siempre de agradar a mi Dios. La IMSC que la componen todos los miembros somos una familia que nos apoyamos unos a otros . Por eso yo agradezco a mi Señor el haberme llevado a mi Iglesia.
Fui a la iglesia desde pequeña. Pero nunca estable era como la marea. Pero gracias a Dios y a mi segundo padre Nicolás Soto a sus consejos me trato como una hija. He perseverado hasta hoy en la iglesia Samuel Culpeper. Gracias a nuestros pastores. Gracias a mis hijas Keishla y Coraly que por ellas estoy sirviendo a mi Dios.
En esta iglesia conocí y sigo conociendo la grandeza del amor de Dios y su propósito para mi vida. He sido bendecida con la mejor guianza a través de excelentes pastores y maestros que me han ayudado a crecer en la fe de Jesucristo.Esta iglesia ha sido maravillosamente importante en todas las etapas de mi vida.Siempre me he sentido muy amada por mis hermanos que siempre me han apoyado, en los momentos más tristes de mi vida mi iglesia ha estado presente. Hoy al compartir con mis hijos, con mi nuera,con mi esposo y 2 hermosos nietos en esta hermosa capilla, agradezco a Dios por su gracia, por su fidelidad y su gran misericordia para con mi familia y para la familia de la fe.
La iglesia me ha ayudado a través de mi vida a renovarme en la búsqueda de una experiencia espiritual donde cada día puedo renovar mis fuerzas con la ayuda del Espíritu Santo. Porque todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Simplemente fue donde acepte a Jesús como mi Salvador luego de haber escuchado la predicación de la palabra de Dios!
Dios nos ha bendecido con una hermosa iglesia que ha hecho la diferencia en nuestras vidas y en las vidas de nuestras familias. Lo que hoy disfrutamos es producto de la gracia de Dios, y de personas que fueron generosas durante los pasados 79 años. Nuestros diezmos permiten que esta obra continúe.
La viuda nos enseña que diezmar no debe ser una carga pesada, sino una experiencia que viene como resultado de un corazón agradecido, sencillo y generoso. No encontré un video la viuda, pero encontré un video muy parecido a lo que pudo haber sido la experiencia de la viuda.
Amar es dar. Cuando uno ama, uno se entrega, y cuando uno se entrega, uno da. Se puede dar sin amar, pero no se puede amar sin dar. Si amamos a Dios, nuestra iglesia y nuestra comunidad, nuestras finanzas deben reflejarlo. Hoy les invito a tres cosas: 1) Haga una lista de sus bendiciones, 2) Viva con lo que necesita, no con lo que quiere, y 3) Sea generoso/a a través del diezmo. Si usted no diezma, comience a hacerlo (aun los jóvenes deben comenzar a hacerlo). Si usted ya lo hace, recuerde que el diezmo es proporcional a nuestros ingresos. Si usted actualmente está dando menos del 10% de sus ingresos, usted no está diezmando. Le invito a que se ponga la meta de diezmar, y cada mes suba un poco más su ofrenda hasta que llegue a ser su diezmo. Sobre todo, ore y pida dirección para que sus finanzas puedan reflejar su amor por Dios, su iglesia y su deseo de invertir en los propósitos de Dios. Juan Wesley dijo en una ocasión: “Gana todo lo que puedas, ahorra todo lo que puedas, da todo lo que puedas.”
Aquellos de ustedes que hoy quieran tomar la decisión de diezmar por primera vez o quieren reorganizar sus finanzas para dar un diezmo que sea proporcional a sus ingresos, le invito a que se pongan de pie y hagan esta oración conmigo:
“Señor, reconozco humildemente que todo lo que tengo proviene de ti y te pertenece, y por eso vengo con agradecimiento. Deseo servirte e invertir en tu Reino a través de mi iglesia. Te pido dirección y coraje mientras decido vivir en sencillez y generosidad. Quiero que mis finanzas reflejen mi amor por ti. En tu nombre, Amén.”