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Deuteronomio 5:12-15; Mateo 11:25-30
“Descansar es para vagos”, “Yo descanso cuando me muera”, “No tengo tiempo para descansar”, esas son algunas de las frases que escuchamos comúnmente en relación al descanso. Al escuchar estas frases pareciera ser que descansar es una utopía, un ideal, una meta inalcanzable, y que son dichosos quienes logran obtener descanso. El mundo ha llegado a tener un ritmo de vida tan rápido, que aquellos y aquellas que descansan son mal vistos. Aquellas culturas que toman siestas diurnas o tiempos de descanso son criticadas. Aquellas tradiciones religiosas que guardan un día de descanso se les catalogan como exageradas. Aun aquellas personas que se jubilan de sus trabajos no logran descansar y disfrutar del fruto de su trabajo porque sus agendas continúan llenas.
Descansar parece una pérdida de tiempo. ¿Será el descanso una práctica saludable? ¿Será el descanso solo para los vagos? ¿Qué nos tiene que decir la Biblia acerca del descanso? La Biblia, en las lecturas que hemos leído hoy, nos enseña que descansar no es para vagos, sino para sabios. Aquellos y aquellas que descansan son quienes entienden sus límites humanos, reconocen que todo depende de Dios, y que como cuerpo de Cristo somos un equipo. Quienes descansan no piensan que van a descansar cuando mueran, sino que van a morir si no descansan. Quienes descansan han entendido que Dios mismo descansó, y que por lo tanto el descanso es una disciplina espiritual.
Deuteronomio se conoce el libro de la “Segunda Ley”. Lo que conocemos como los Diez Mandamientos fueron dados a Moisés en el monte Sinaí, y se conoce como “La Ley”. Luego de este primer evento en el Sinaí, Dios se le revela nuevamente al pueblo de Israel en el monte Moab, en el momento en que van a cruzar el Jordán para entrar a la tierra prometida. En este momento clave para el pueblo de Israel, Moisés se dirige al pueblo con una serie de discursos que tenían la intención recordarle al pueblo su pacto con Jehová. Deuteronomio es un libro que describe la renovación del pacto entre Jehová y el pueblo de Israel. Moisés no iba a entrar a la tierra prometida, así que Deuteronomio es casi un discurso de despedida. Este discurso es una revisión del primer pacto, una nueva alianza con Dios.
¿Qué incluía este nuevo pacto con Dios? Este pacto, entre otras cosas, incluía dos asuntos muy importantes. En primer lugar le recordaba al pueblo de Israel que Jehová era su único Dios. En medio de una cultura politeísta, en donde era normal tener muchos dioses, Moisés les invita a tener lealtad y fidelidad a Jehová. En segundo lugar, el nuevo pacto incluía una serie de leyes que les servirían para una sana convivencia como pueblo. Entre estas leyes se encuentra la ley del día de reposo. Deuteronomio 5:12-15 dice: “Observarás el día de reposo y lo santificarás, como yo, el Señor tu Dios, te lo he ordenado. Durante seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el día séptimo es de reposo en honor del Señor tu Dios. No harás en él ningún trabajo. Ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni el extranjero que viva dentro de tus ciudades, para que descansen tu siervo y tu criada lo mismo que tú. Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que yo, el Señor tu Dios, te saqué de allá con mano fuerte y brazo extendido. Por eso yo, el Señor tu Dios, te ordeno que observes el día de reposo.”
¿De dónde viene este deseo de Dios de que el pueblo guardara un día para descansar y cesar sus trabajos? En primer lugar, es importante recordar Génesis 2:2-3: “Dios terminó en el día séptimo la obra que hizo; y en ese día reposó de toda su obra. Y Dios bendijo el día séptimo, y lo santificó, porque en ese día reposó de toda su obra.” El día de reposo o el sábado fue la forma en que Dios se organizó para crearlo todo: seis días trabajó y el séptimo descansó. Dios le pide al pueblo que descanse, porque Él mismo descansó. En segundo lugar, descansar era una forma de preservar la vida. Israel venía de ser esclavo en Egipto. Ser esclavo significaba poco descanso y mucho trabajo, que a largo plazo llevaba a la muerte, literalmente. Dios les invita a descansar, porque ya no eran esclavos. Para Jehová, trabajar sin descansar era sinónimo de esclavitud.
La ley del día de reposo o el sabbat, no incluía solo un día a la semana, sino que esta ley trascendía a largo plazo. Levítico 25:1-7 nos dice: “El Señor habló con Moisés en el monte Sinaí, y le dijo: «Habla con los hijos de Israel, y diles que cuando entren en la tierra que yo les doy, la tierra deberá reposar en honor al Señor. 3 Cultivarás la tierra durante seis años, y durante esos seis años podarás tus viñas y recogerás sus frutos, 4 pero el séptimo año la tierra tendrá que reposar. Es un reposo en honor del Señor, y no debes cultivar tu tierra ni podar tus viñas. 5 No podrás cosechar lo que nazca de manera natural en tu tierra segada, ni podrás recoger las uvas de tu viñedo. Será para la tierra un año de reposo, 6 Pero durante ese reposo la tierra producirá alimento para ti y para tus siervos y siervas, y para tus criados y los extranjeros que residan contigo. 7 Todos los frutos que la tierra produzca serán para que coman tus animales y las bestias salvajes.” Dios no solo les pedía que guardaran un día de reposo, sino un año sabático. Luego de trabajar por seis años consecutivos, el séptimo año debía ser para cesar el trabajo y descansar. ¿Cuál era el propósito del sabbat, tanto a nivel semanal como anual?
El sabbat tenía varios propósitos. En primer lugar, les proveía descanso a los trabajadores como a la tierra. Si ya no eran esclavos, podían descansar y recuperar sus fuerzas. El sabbat les recordaba que eran humanos y que sus fuerzas no eran ilimitadas. En segundo lugar, el sabbat les permitía disfrutar de la cosecha. Dios quería que disfrutaran del fruto de la tierra. El sabbat les recordaba que trabajar no era solo un fin en sí mismo, sino también un medio; trabajaban para disfrutar del fruto de la tierra. Jehová les invitaba a disfrutar de sus bendiciones, y agradecer a Dios. En tercer lugar, el sabbat era una forma de recordarles que el dueño de todo era Jehová, y no el pueblo. Tanto trabajo les podía hacer perder de perspectiva que el Señor de la tierra era Dios, y que quién hacía que la tierra diera fruto era Jehová. Si se apegaban al trabajo, podían pensar que todo era resultado de su esfuerzo. Al descansar y cesar de trabajar, se desapegaban del trabajo para confiar en que aun en su descanso Dios les iba a proveer. Todo era un regalo de Dios. La viña era del Señor.
De los pasajes de Génesis, Levítico y Deuteronomio, podemos aprender tres cosas importantes. En primer lugar, somos humanos. De la misma forma en que Dios nos invita a amarle a Él y amar a nuestro prójimo, también nos invita a amarnos a nosotros mismos. Una de las formas en que nos amamos, es practicando el autocuidado. El autocuidado es el entendimiento de que tenemos límites. Nuestras energías físicas, emocionales y espirituales tienen un límite. Cuando nuestras energías se acaban, necesitamos descansar. Si usted no descansa, provoca que su cuerpo, mente y espíritu se esfuercen más de lo que pueden hacerlo, lo que causa enfermedad física, mental y espiritual. Cuando usted no descansa, usted es irresponsable con su cuerpo, su mente y su espíritu. El recurso más importante que usted tiene, es a usted mismo, cuídese.
En segundo lugar, Dios nos invita a disfrutar del trabajo realizado. Eclesiastés 3:12 dice: “12 Yo sé bien que para los mortales no hay nada mejor que gozar de la vida y de todo lo bueno que ésta ofrece, 13 y sé también que es un don de Dios el que todo hombre coma y beba y disfrute de lo bueno de todos sus afanes.” Todo tiene su tiempo, tiempo de trabajar, y tiempo de descansar y disfrutar de las bendiciones y el fruto del trabajo. A muchos nos enseñaron que había que trabajar duro, eso es correcto. Pero no nos enseñaron a descansar luego de trabajar duro, ni a disfrutar del trabajo realizado. Trabajar y disfrutar del fruto del trabajo no son actividades incompatibles. ¿Cuándo fue la última vez que le dio gracias a Dios por el resultado de su trabajo?
En tercer lugar, el dueño de todo es Dios. Todo depende de Él. Todo lo que recibimos en esta vida, no es por nuestro esfuerzo, sino que es un regalo de Dios. El descanso nos permite desapegarnos del trabajo, para que mientras descansamos, podamos confiar en que Dios proveerá. Muchos de nosotros no descansamos porque creemos que el mundo se detendrá si cesamos de trabajar. Este tipo de pensamiento, con rasgos obsesivos-compulsivos, lleva a la adicción al trabajo. La mejor terapia y herramienta para combatir la adicción al trabajo es el descanso. Descanse, y vea como la vida continúa aun si usted cesa de trabajar.
¿Cómo estos principios se aplican a la vida de la iglesia? En primer lugar, Dios es el dueño de la iglesia. Quién nos invitó a hacer discípulos de Cristo para transformar el mundo fue Jesús. La misión de la iglesia, no es de la iglesia, es de Dios. La iglesia colabora con Dios en su misión. Cuando somos parte del cuerpo de Cristo no debemos olvidar que el Espíritu Santo se mueve en medio del mundo, y no depende de nosotros para hacerlo. Dios desea que seamos sus pies y sus manos en el mundo, pero Él sabe de nuestras limitaciones. El cuerpo de Cristo debe descansar y confiar en que el Espíritu Santo continuará obrando aun en nuestro descanso.
En segundo lugar, somos un equipo. Necesitamos formar un equipo para que cuando alguien necesite descansar, haya otras personas que puedan asumir responsabilidad. La quemazón no es voluntad de Dios. Una iglesia en quemazón es una iglesia que se está muriendo física, mental y espiritualmente. La iglesia necesita hacer del descanso una disciplina espiritual, junto con el desarrollo de nuevos líderes. Dios quiere que todos y todas sirvamos en al menos un ministerio; pero también desea que luego de que trabajemos descansemos y disfrutemos del fruto y las bendiciones recibidas. Una iglesia madura y saludable es aquella que entiende el balance entre el trabajo y el descanso. Servimos, pero descansamos cuando es necesario. Nuestro descanso permitirá que nuevos líderes se desarrollen y asuman responsabilidad, así como sucede con el vuelo de los gansos. Los gansos vuelan en V para formar un equipo, mantienen una rotación que les permite descansar cuando sea necesario, sin dejar de volar.
El descanso es una disciplina espiritual que nos permite recuperar energías, disfrutar del fruto del trabajo y confiar en que Dios proveerá aun en nuestro descanso. ¿Necesitas descansar? Descansar no es de vagos, es de sabios. Jesús mismo dijo en Mateo 11:28: “Vengan a mí todos ustedes, los agotados de tanto trabajar, que yo los haré descansar”. Una iglesia madura es una que sirve y descansa. ¿Queremos echar raíces? ¿Queremos crecer y madurar? Necesitamos descansar cuando sea necesario.