Puedes ver la grabación de este mensaje en: http://www.ustream.tv/recorded/40236157
1 Samuel 3:1-10; Juan 3:1-15
¿Quién no se ha perdido en las calles de nuestro país? Todos y todas, en algún momento, hemos estado perdidos y perdidas en algún rincón de nuestro país. Estar perdidos y perdidas es un sentimiento desagradable, y muchos llegan a sufrir hasta de ansiedad por no saber cómo llegar a su destino. Ante este sentimiento desagradable, no nos quedan muchas opciones, y en ocasiones tenemos que recurrir a algo que para muchos es vergonzoso: pedir direcciones. Si estar perdidos y perdidas es desagradable, pedir direcciones es peor para muchos y muchas. Para muchos, pedir direcciones es el último recurso disponible. Luego de haber recorrido todas las calles de Puerto Rico, cuando el carro ya no tiene gasolina y cuando ya no hay otra opción, es que muchos acuden a pedir direcciones. Pedir direcciones es para muchos un acto que atenta contra nuestro orgullo: ¿Cómo es posible que tenga que pedir direcciones en mi país? ¿Cómo es que yo no sea capaz de llegar hasta mi destino? Sin embargo, necesitamos reconocer que en muchas ocasiones pedir direcciones ha sido la solución.
En nuestras vidas sucede algo similar, llegan momentos en que nos sentimos perdidos y perdidas, y no tenemos claridad sobre el camino que debemos seguir. Es normal que lleguen a nuestra vida dudas, preguntas e inquietudes que necesiten una respuesta. En ocasiones estamos luchando por entender la voluntad de Dios para nuestra vida, queremos tomar decisiones pero no sabemos cómo, o estamos enfrentando cambios y no tenemos las herramientas necesarias. Así es la vida: nadie se las sabe todas. Ante esta realidad a la cual nos enfrentamos todos y todas en algún momento, tenemos delante de nosotros la siguiente decisión: seguir por nuestra propia cuenta o pedir direcciones.
Una de las disciplinas espirituales que todo creyente debe conocer y practicar es la de pedir dirección espiritual cuando nos enfrentamos a situaciones que van más allá de las herramientas que tenemos. La dirección o la guianza espiritual es la práctica de acercarnos a personas que consideramos maduras en la fe para que nos guíen en nuestra jornada espiritual. Hay personas en el cuerpo de Cristo que tienen el don o la capacidad de discernimiento, que no es otra cosa que la capacidad de distinguir entre lo que es la voluntad de Dios y lo que no lo es; la capacidad de entender cómo Dios está presente en nuestra vida. Así como el compañerismo es vivir la vida cristiana acompañados de personas que se conviertan en nuestros amigos y amigas espirituales, la disciplina espiritual de la dirección o guianza espiritual es vivir la vida cristiana con personas que nos sirvan de mentores y guías en nuestra jornada espiritual. Dios nos puede hablar de muchas formas, y una de ellas es a través de nuestros guías espirituales. Ese fue el caso de Eli y Samuel.
El texto de 1 Samuel es uno hermoso. Este libro cuenta la historia de un profeta llamado Samuel, quién fuera un intermediario entre Dios y el pueblo de Israel. A lo largo del texto vemos al profeta Samuel interviniendo en la vida del pueblo a través de mensajes de parte de Dios. Samuel fue quién ungió al primer rey de Israel, Saúl, y a su segundo, David. Samuel fue un personaje importante en la vida del pueblo porque representaba la voz de Dios. Si el pueblo hacía caso a la voz de Dios, tenían paz; si la desobedecían, sufrían las consecuencias. 1 Samuel es una invitación a escuchar la voz de Dios a través de los profetas que Dios pone entre nosotros.
Lo interesante de la vida del profeta Samuel es que antes de que él fuera un profeta para el pueblo, él mismo tuvo un encuentro con la voz de Dios. El nacimiento de Samuel había sido producto de una oración que Ana, su madre, la había hecho a Dios en donde le dijo a Dios que si le daba un hijo ella lo iba a dedicar completamente para servir en el templo. Samuel nace y Ana se lo entrega al sacerdote Elí, para que sirviera en el templo. Un día, mientras Samuel era niño, este escucha una voz que le llama. En tres ocasiones Samuel se dirige a Elí preguntándole porqué le llamaba. Elí no estaba llamando a Samuel. En la tercera ocasión, Elí entendió que era la voz de Dios la que llamaba a Samuel. Elí entonces invita a Samuel a decirle a Dios: “Habla Señor, que tu siervo escucha.” Samuel sigue las instrucciones de Elí y logra escuchar la voz de Dios. En este relato, Eli fungió como un guía espiritual para Samuel. Samuel estaba perdido, confundido y no había reconocido que era Dios quién le hablaba. Elí pudo discernir que la voz era la de Dios, y guio a Samuel a escuchar esa voz.
¿Cuántos hemos tenido experiencias similares a la de Elí y Samuel? ¿Cuántas veces nos hemos acercado a personas que nos han ayudado a comprender, entender y ver a Dios en nuestra vida? ¿Cuántos podemos pensar en esas personas que nos han servido de guías y mentores espirituales? Hoy damos gracias a Dios por esas personas que nos han ayudado a discernir la presencia de Dios en nuestra vida. En la tradición cristiana existe una larga tradición de la guianza o dirección espiritual. En un momento dado en la vida de la iglesia existían personas que eran llamadas “Padres del desierto”. Estas eran personas que eran tenidos en gran estima por tener la capacidad de “discernir los espíritus”. Las personas viajaban largas distancias para recibir una palabra de dirección por parte de estas personas. Bernard Clairvaux dice que los guías espirituales son ujieres de Dios: “hombres y mujeres de fe llamados a tomar la mano de los que vienen a los caminos del Señor y llevarlos lo más cerca posible al corazón de Dios”. Richard Foster dice que un guía espiritual es alguien que «toma las experiencias concretas diarias de nuestra vida y les da significado sagrado”.
En nuestras iglesias, algunas personas han sido llamadas a la guianza o dirección espiritual. Dentro del cuerpo de Cristo existen personas con el don del discernimiento, o la capacidad de ayudarnos a entender la presencia de Dios en nuestra vida. Uno de estos ministerios es el ministerio pastoral. Los pastores y pastores son los guías espirituales de las iglesias. Howard Rice dice la tarea esencial de un pastor o una pastora es ser un guía espiritual. Rice define la guianza espiritual como “la capacidad de reconocer la singularidad humana y respetar y valorar el peregrinaje espiritual particular de cada persona; es prestar atención a la manera en que cada individuo ha llegado a la aceptación del llamamiento de Dios y como ha experimentado y respondido a ese llamado.” Como pastor, he creado mi propia definición de lo que es ser un guía espiritual y la defino como “guiar a las personas hacia un encuentro con Dios en cada momento y área de su vida; guiar a cada persona a entender la forma en que Dios le ama, desea transformarle y le está llamando a servir.” Si usted es parte de una iglesia, su guía espiritual es su pastor o su pastora. La meta de todo pastor o pastora debería ser establecer una relación saludable con su congregación y su comunidad, de manera que la congregación y su comunidad puedan sentir la confianza de visitar a su pastor o pastora para recibir dirección espiritual. Por otro lado, la meta de los miembros de una congregación y de una comunidad debe ser la de visitar a su guía espiritual cuando se sientan perdidos o perdidas, y necesiten entender la presencia de Dios en sus vidas.
Para que un pastor o pastora pueda realizar su función de guía espiritual, este o esta necesita tener la cercanía necesaria para que usted tenga la confianza de acercarse a él o ella, y la distancia necesaria para que el pastor o pastora le pueda pastorear y dar dirección espiritual como usted lo necesita. Si la figura pastoral está muy lejos de usted, usted no sentirá que tiene un pastor o pastora. Si está muy cerca, usted sentirá que tiene un amigo o amiga, y la relación que usted debe tener con su pastor o pastora no es de amistad, sino de guianza espiritual. ¿Cómo es una relación de guianza espiritual entre un pastor y su congregación? ¿Cómo logramos una relación saludable entre el pastor como guía espiritual y su congregación? En primer lugar, la congregación necesita reconocer al pastor como su guía espiritual y se debe referir a él o ella de esa manera. A los pastores y pastoras no se les llama por su nombre, sino por la función que realizan: Pastor o Pastora. Cuando usted le llama por su nombre, y no por su función, usted le está quitando la autoridad que Dios ha puesto en la figura pastoral para darle dirección espiritual a usted, porque no reconoce su ministerio y su función. En segundo lugar, el pastor debe relacionarse con su congregación como su guía espiritual, sin tener relaciones especiales de amistad con ninguna persona. Cuando la figura pastoral desarrolla relaciones de amistad en la congregación, está enviando el mensaje de que hay personas más especiales o importantes. En tercer lugar, una relación saludable se da cuando la congregación y el pastor están atentos a que las relaciones que se dan entre el pastor y la congregación son saludables y dentro de un contexto de guianza espiritual. Una iglesia saludable se corrige a sí misma cuando la relación entre la figura pastoral y la congregación no es la adecuada.
En el cuerpo de Cristo existen otras personas, en adición al pastor o la pastora, que tienen el don o la capacidad de discernimiento. Estas personas no tienen un nombramiento pastoral oficial, pero entre la congregación y la comunidad son tenidos en gran estima por su sabiduría. En adición al pastor o la pastora, usted debe identificar quienes son estas personas en la congregación, para que pueda contar con ellas si usted necesita dirección. Reconozca también la autoridad de estas personas y acérquese a ellos y ellas para recibir dirección espiritual.
En la Biblia se nos presenta a un hombre llamado Nicodemo que no tuvo temor de acercarse al gran guía espiritual: Jesús. Juan 3 nos narra el momento en que Nicodemo se acercó a Jesús. No sabemos con certeza las razones por las cuales Nicodemo y Jesús se encontraron para dialogar. Lo importante es que allí hubo un proceso de dirección espiritual. Nicodemo, un fariseo muy importante entre los judíos, tuvo una cita con Jesús en donde hizo preguntas y recibió contestaciones. ¿Estaba perdido Nicodemo? Muy probablemente. ¿No entendía el ministerio de Jesús? Muy probablemente. Hay que destacar que este encuentro se dio en la noche, quizás porque Nicodemo no quería ser visto con Jesús, y quizás porque Jesús no quería encontrarse con Nicodemo durante el día. Lo importante es que Nicodemo tuvo el valor de encontrarse con Jesús, y Jesús tuvo la disponibilidad para encontrarse con Nicodemo.
¿Cuándo fue la última vez que visitaste la oficina pastoral para recibir dirección espiritual? ¿Cuándo fue la última vez que tuviste un dialogo con alguna persona que consideras un mentor o guía espiritual? ¿Queremos echar raíces? ¿Queremos madurar? ¿Queremos crecer? ¿Queremos entender la voluntad de Dios para nuestras vidas? Necesitamos tener el valor, al igual que Nicodemo, para pedir dirección espiritual cuando sea necesario. Nadie se las sabe todas. Aun los líderes, como Nicodemo, necesitamos de guías espirituales.
¿Quieres saber si necesitas dirección espiritual en estos momentos? Si contestas sí a alguna de estas preguntas, quiere decir que muy probablemente necesitas dirección espiritual: ¿Estás pasando por una crisis en tu vida? ¿Divorcio, pérdida, enfermedad? ¿Quieres servir y no sabes cómo? ¿Sientes que no tienes las herramientas para superar este momento de tu vida? ¿No tienes claridad de cuál es la voluntad de Dios para tu vida? ¿No logras ver o entender a Dios? ¿Estás pasando un proceso de sanidad y perdón? ¿No sabes cómo buscar a Dios? ¿Tienes preguntas sobre la Biblia o la vida cristiana? ¿La última predicación te tocó y quieres responder a Dios? Hoy te invito a dos cosas: 1) Buscar dirección espiritual cuando sea necesario, y 2) Hacer un listado de personas dentro de la congregación que puedan servirte de guías espirituales. Hoy te invito a que al igual que Samuel, puedas entender la voluntad de Dios para ti con la ayuda de un guía espiritual.
Mensaje lleno de sabiduría. Adelante. Dios te bendiga,
Titi Aida