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Marcos 10:32-45; 1 Corintios 12:4-7
¿Cuántos de nosotros hemos recibido de parte de alguien la siguiente palabra: “¡Ubícate!”? En nuestro contexto puertorriqueño esta palabra es utilizada cuando alguien nos quiere invitar a que nos enfoquemos. Cuando una maestra ve a un niño desenfocado en la clase le dice “¡Ubícate!”. Cuando un padre ve a un hijo desenfocado en su vida le dice “¡Ubícate!”. Cuando un jefe ve a un empleado desenfocado le dice “¡Ubícate!”. Cuando un amigo ve a otro amigo desenfocado le dice “¡Ubícate!”. Esta palabra es un llamado a tomar nuevamente el rumbo correcto. Jesús no utilizó esta palabra (porque no era puertorriqueño), pero tuvo un encuentro con sus discípulos en donde claramente les invitó a enfocarse. En un momento dado los discípulos se desenfocaron y comenzaron a pedirle poder, autoridad y grandeza. Jesús se toma un momento para decirle a sus discípulos “¡Ubíquense! El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá ser esclavo de los demás. Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos.” En el pasaje de hoy, Marcos 10, los discípulos querían ser servidos, y Jesús les enseñó que la esencia del Reino de Dios es servir.
Marcos fue el primer evangelio que se escribió y es el más corto de los cuatro. Marcos es un evangelio complejo, pero nos presenta las cosas como son. La intención del evangelio de Marcos es presentarnos a Jesús y lo que conlleva ser sus discípulos. Lo interesante del evangelio de Marcos es que mientras nos explica quién es Jesús y lo que conlleva ser sus discípulos, no tiene reparos en presentarnos la humanidad de quienes rodeaban a Jesús, incluyendo sus discípulos. En Marcos se presenta a Pedro queriendo impedir que Jesús fuera crucificado, a dos discípulos queriendo grandeza en el reinado de Jesús y a los discípulos como personas que no entendieron el mensaje de Jesús. El relato de hoy es precisamente uno de esos en donde los discípulos no entendieron lo que significaba el ministerio de Jesús, y éste tiene que decirles “¡Ubíquense!”
En Marcos 10:32-45, se nos presenta a Jesús caminando hacia Jerusalén. Jerusalén representaba el lugar en donde Jesús iba a ser crucificado; por lo que el camino hacia Jerusalén era uno en donde Jesús voluntariamente caminaba hacia su muerte, por amor a la humanidad. Mientras caminaba con una multitud, Jesús toma aparte a sus discípulos y comienza a explicarle lo que significaba esta caminata hacia Jerusalén: entrega, muerte, sufrimiento, y luego, vida. Jesús les dice: “Como pueden ver, ahora vamos camino a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, los cuales lo condenarán a muerte y lo entregarán a los no judíos. 34 Y se burlarán de él y lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero al tercer día resucitará”. Es probable que los discípulos tuvieran idea del peligro al que estaban expuestos por estar con Jesús, porque sabían que Jesús era buscado por las autoridades religiosas para matarle. Sin embargo, la petición de dos de sus discípulos luego de esta primera explicación de Jesús nos hace entender que no habían entendido que el ministerio de Jesús significaba entrega, muerte, sufrimiento, y sobre todo, servicio.
Luego de esta primera explicación, dos de sus discípulos (Santiago y Juan) se acercan para hacerle un pedido, que quizás estaba en la mente de los demás discípulos: “Cuando te sientes en tu trono glorioso, nosotros queremos sentarnos en lugares de honor a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.” Observemos la secuencia: Jesús explica que su ministerio es entrega, muerte y sufrimiento, y los discípulos piden poder, autoridad y grandeza. ¿Estaban entendiendo lo que significaba ser parte del Reino de Jesús? Sin llegar a justificar a los discípulos, tenemos que entender el contexto en el cual ellos vivían. En aquella época (y todavía hoy) los gobernantes trataban a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacían alarde de su autoridad frente a los súbditos. Los gobernantes, y quienes le rodeaban, no buscaban servir, sino ser servidos. Esto era lo que estaba en la mente de Santiago y Juan: una oportunidad para ser servidos dentro del reinado de Jesús. Ellos no habían entendido que el reinado de Jesús no era igual que el reinado de los gobernantes de aquella época. Jesús iba en camino hacia Jerusalén porque su reinado era entrega, muerte, sufrimiento, y sobre todo, servicio.
Jesús no condena a Santiago y a Juan, sino que aprovecha la oportunidad para reunir a sus discípulos y explicarles una vez más el significado de su ministerio y la esencia de su reinado: “Ustedes saben que los gobernantes de este mundo tratan a su pueblo con prepotencia y los funcionarios hacen alarde de su autoridad frente a los súbditos. 43 Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente, 44 y el que quiera ser el primero entre ustedes deberá ser esclavo de los demás. 45 Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos”. Esta última frase de Jesús es sumamente importante, porque revela la esencia de lo que fue el ministerio de Jesús y su reinado: servir. El verbo servir utilizado en este verso 45 es “diaconía”. “Diaconía” significa servicio, y su reinado era uno caracterizado por la “diaconía” o el servicio a los demás.
Rick Warren dice: «Si no amo a los demás ni deseo servirles, debería preguntarme si Cristo está realmente en mi vida». El servicio no es una opción para los cristianos y cristianas, es la misma esencia del evangelio. El cristianismo no se trata de ti, ni de mí. El cristianismo es servicio, porque la esencia del ministerio de Jesús fue el servicio. Cuando Jesús se presentó ante la sinagoga leyó Isaías 61 que dice “El Señor ha puesto su Espíritu en mí, porque me eligió para anunciar las buenas noticias a los pobres. Me envió a contarles a los prisioneros que serán liberados. A contarles a los ciegos que verán de nuevo, y a liberar a los oprimidos; para anunciar que este año el Señor mostrará su bondad”. Ser un seguidor de Jesús es imitar a Jesús, e imitar a Jesús es vivir una vida de servicio y entrega. Repito: El servicio no es una opción, es la esencia del cristianismo.
Si el servicio no es una opción, nuestra responsabilidad como discípulos de Cristo es identificar las formas en que vamos a servir. 1 Corintios 12:4-7 dice “Hay diferentes clases de dones espirituales, pero todos vienen del mismo Espíritu. 5 Hay diferentes formas de servir, pero hay un solo Señor. 6 Hay diferentes formas de actuar, pero hay un solo Dios que trabaja entre nosotros en todo lo que hacemos. 7 El Espíritu se muestra de manera diferente en cada uno para beneficio de todos.” La iglesia metodista cree firmemente en lo que se conoce como el sacerdocio de todos los creyentes. Esta creencia viene como parte de la Reforma Protestante, en donde creemos que el centro de la iglesia no es el sacerdote, cura, pastor o líder espiritual. El centro de la iglesia es el Espíritu Santo que se mueve en medio de la comunidad de fe impulsándonos a servir. El sacerdocio de todos los creyentes es afirmar que todos somos sacerdotes o instrumentos de Dios para servir en el mundo, y que nadie tiene un rol protagónico, ni siquiera el líder espiritual. El rol protagónico lo tiene el Espíritu Santo. Una iglesia cristiana madura es aquella en donde todos y todas asumen su responsabilidad de servir. Es una en donde cada persona se toma el tiempo para identificar sus talentos, dones, experiencias, intereses, formación y experiencias, de manera que puedan servir a Dios de la mejor forma. Lo que quiere decir que una iglesia madura es una iglesia que sirve, y que el servicio no está centralizado en la figura pastoral, sino que cada cual sirve en al menos un ministerio. Si usted no está sirviendo en algún ministerio, necesita hacerlo.
El servicio comienza con una decisión, no con la preparación. Muchos de nosotros creemos que primero tenemos que prepararnos y luego servir. Así no funciona el servicio. Primero tenemos que tomar la decisión de servir, y luego nos preparamos para servir. Yo no me preparé primero en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, y luego respondí al llamado de Dios de ser pastor. Primero respondí al llamado, y luego busqué la forma de prepararme para servir a Dios con excelencia. La preparación es vital, pero primero viene la decisión. Muchos no sirven en un ministerio porque piensan que no están preparados o que no tienen las herramientas para hacerlo. Dios no llama a los capacitados, Él capacita a los llamados. No permitamos que el miedo nos obstaculice servir. Nunca digamos no a las oportunidades que tenemos de servir, se aprende en la marcha. La Madre Teresa dijo: «Si no puedes alimentar a cien personas, alimenta entonces solo a una».
Santiago 1:22 dice: “Pero pongan en práctica la palabra, y no se limiten sólo a oírla, pues se estarán engañando ustedes mismos”. Juan Wesley entendió bien esto. Wesley creía en la santidad personal (interna) y la santidad social (externa). Para Wesley tan importantes eran las disciplina espirituales internas como la oración, la lectura de la Palabra, el congregarnos y el ayuno, como lo era el servicio. Wesley dijo en una ocasión “El evangelio de Cristo no conoce otra religión que la social ni otra santidad que la social. Este mandamiento tenemos de Cristo, que el que ama a Dios, ame también a su hermano”. En su época, Wesley ayudó en la fundación de escuelas y orfanatorios, visitó las cárceles y hospitales, les predicó a los trabajadores de las minas, visitó a los enfermos y luchó por la libertad de los esclavos, entre muchas otras cosas. Wesley nos modeló lo que Jesús enseñó: la iglesia está para servir, no para servida.
De vez en cuando, el Espíritu de Dios necesita decirle a la iglesia: “¡Ubícate!” Nos hemos olvidado del servicio, y tenemos la expectativa de ser servidos. Creemos que el Reino de Dios se trata de nosotros solamente. Por otro lado, el Espíritu Santo nos dice “¡Ubícate!” para invitarnos a ubicarnos en el lugar en donde mejor podemos servir. ¿Cómo puedes servir mejor a Dios hoy? Responde al llamado y decide servir a Dios con todo lo que eres. Recuerda: “Dios no llama a los capacitados, Él capacita a los llamados.”