Efesios 4:1-16
Hoy esta iglesia hace historia. Así como antes de construir un edificio se tira la primera piedra, y se celebra el gran edificio que se va a construir, hoy esta iglesia está echando las raíces de un gran árbol que dará frutos para la gloria de Dios. Este gran árbol que ustedes ven aquí representa nuestra iglesia, nos representa a cada uno de nosotros; representa nuestra vida cristiana, nuestra vida espiritual. Así como un edificio necesita de un fundamento o una zapata que permita anclar ese edificio, hoy la iglesia (representada por este árbol) comienza un proceso de echar las raíces que nos anclarán y darán la estabilidad necesaria para luego dar fruto y cumplir así con la misión que Dios nos ha dado. Hoy comienza una serie de doce predicaciones titulada “Echando Raíces”. Cada una de estas predicaciones será un llamado para ir de la superficialidad a la profundidad, de la inmadurez a la madurez, de la inestabilidad a la estabilidad, del estancamiento al crecimiento.
Este mismo proceso de echar raíces fue el que Pablo quiso tener con los efesios. Según los analistas bíblicos, el libro de Efesios fue escrito para los años 70 a 80 d.C. Esta era una época crucial para el cristianismo. El cristianismo comenzaba a llegar a lugares fuera de Israel que eran considerados por los judíos como lugares paganos. Esto provocó que la iglesia ya no estuviera siendo constituida solo por judíos convertidos al cristianismo, sino por personas de distintas nacionalidades (no judías, gentiles) convertidas al cristianismo. Esto le trajo división a la iglesia. Los judíos creían que eran los escogidos, los puros, los de la casa, los herederos. Creían que estos cristianos “paganos” eran cristianos de segunda categoría. Por otro lado, los cristianos “paganos” criticaban a los judíos por llevar a cabo una serie de ritos (sacrificios, circuncisión) que ya ellos (paganos) entendían no debían realizarse al convertirse al cristianismo. Bajo este contexto llega Pablo (o un discípulo de Pablo) y escribe una carta dirigida a lograr la unidad entre los judíos y los paganos. Se dice que esta carta no fue dirigida necesariamente a los Efesios, sino a una serie de iglesias que tenían también este problema. En esta carta llamada Efesios, el mensaje es claro: Somos un solo cuerpo, en donde Cristo es la cabeza, que necesita estar unido y en crecimiento. El libro de los Efesios es un llamado a la unidad y la madurez. Quisiera compartir con ustedes unos versos que son muy importantes para entender este llamado a la unidad y la madurez:
“11 Cristo mismo le dio dones a la gente: a unos, el don de ser apóstoles; a otros el de ser profetas; a otros el de anunciar la buena noticia de salvación; y a otros el de ser pastores y maestros. 12 Él dio esos dones para preparar a su pueblo santo para el trabajo de servir y fortalecer al cuerpo de Cristo. 13 Este trabajo debe continuar hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección. 14 Así no nos portaremos como niños, ni seremos como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas. 15 Por el contrario, maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza, y 16 el cuerpo entero depende de él. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están ligadas y se mantienen unidas. Cada parte cumple su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por el amor.”
Es interesante que Pablo una la unidad y la madurez. Para Pablo, echar raíces como cuerpo de Cristo es entender que somos un solo pueblo, con un solo Dios, que necesita estar unido y crecer hasta ser como Cristo. Para Pablo la división es un obstáculo para el crecimiento en la iglesia. ¿Por qué? Para Pablo, era imposible crecer como iglesia mientras las energías y el enfoque de la iglesia estuvieran en murmurar, criticar y juzgar a los demás. Para Pablo, si la iglesia quería crecer, tenía que enfocar y canalizar sus energías en crecer hasta ser como Cristo. Si los efesios querían crecer, necesitaban decidirse por una de dos cosas: la división o la unidad. La división llevaba al estancamiento, la inestabilidad, la superficialidad y la inmadurez, mientras que la unidad llevaba al crecimiento, la estabilidad, la profundidad y la madurez. ¿Cuántos están de acuerdo con Pablo?
Yo estoy de acuerdo con Pablo. Una iglesia dividida, nunca crece, porque aunque quisiera, sus energías no están invertidas en la meta de ser como Cristo sino en asuntos triviales, superficiales y sin importancia. Como diría Santiago 3:11: “¿Acaso puede dar un manantial agua dulce y agua amarga al mismo tiempo?”. En este sentido, no hay puntos medios: la iglesia está unida y enfocada hacia ser como Cristo, o está dividida y enfocada en la murmuración. No existen iglesias perfectas, pero existen iglesias unidas y en crecimiento, e iglesias divididas y estancadas. ¿Cuál entonces es el llamado de Pablo a los efesios y a nosotros hoy? Necesitamos estar unidos y enfocados en ser como Cristo. La división lleva al estancamiento, la unidad al crecimiento. Podemos portarnos como niños y ser como barcos a la deriva, o podemos ser una iglesia madura, estable y unida. ¿Cuál vamos a escoger?
Dando por sentado que todos vamos a escoger ser una iglesia unida, madura y en crecimiento, hoy quiero compartir con ustedes algunas de las formas en que la iglesia se encamina hacia el crecimiento espiritual y la madurez. La iglesia llama a estas prácticas las disciplinas espirituales. En el contexto metodista, le llamamos también medios de gracia. Las disciplinas espirituales o medios de gracia son hábitos o prácticas que permiten que la gracia de Dios nos transforme. Las disciplinas espirituales no nos cambian ni transforman por sí mismas, sino que nos colocan ante Dios de modo que Él pueda transformarnos. No son el sendero que provoca el cambio, sino que nos colocan en el sendero en donde el cambio puede ocurrir. Es decir, la transformación es un regalo de Dios para nosotros. Richard Foster le llama a las disciplinas espirituales el camino de la gracia disciplinada.
¿Cuál es el fin de las disciplinas espirituales? Que la gracia de Dios nos transforme para ser como Cristo; morir a uno mismo para que Cristo viva en nosotros. La meta de las disciplinas espirituales es que demos el fruto del Espíritu Santo:amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. A este proceso de transformación para ser como Cristo, Wesley le llamó la santificación. Wesley, al igual que Foster, enfatizaba que esta transformación es un regalo de Dios, no una obra humana, así que habló de la gracia santificadora. Wesley habló de tres gracias: La gracia previniente o el amor de Dios que nos llama a una relación con él, la gracia justificadora o el amor de Dios que perdona nuestros pecados, y la gracia santificadora o el amor de Dios que nos transforma para ser más como Cristo. Wesley habló de varios medios de gracia: la oración, la lectura de la Biblia, tomar la cena del señor, el ayuno, el congregarnos y el servicio. Foster, en su libro Alabanza a la disciplina, menciona doce disciplinas espirituales, y las divide en tres categorías: las disciplinas internas (la meditación, la oración, el ayuno, el estudio), las disciplinas externas (la sencillez, el retiro, la sumisión y el servicio), y las disciplinas colectivas (confesión, adoración, dirección espiritual y gozo). Yo he preparado mi propia lista de disciplinas espirituales que voy a compartir con ustedes en las próximas doce semanas. Si quieren saber cuáles son, les invito a participar de esta hermosa experiencia.
Les quiero hacer unas preguntas: Si le hicieran una prueba diagnóstica a la iglesia para identificar si ha habido crecimiento o estancamiento, ¿qué usted cree que la prueba revelaría? Si le hicieran una prueba diagnóstica a usted, ¿revelaría crecimiento o estancamiento? ¿Cuántas veces, al igual que la iglesia de Éfeso, hemos estado como iglesia enfocados en asuntos triviales y sin importancia, y hemos olvidado que Dios nos ha llamado a crecer y ser como Cristo? ¿Están nuestras energías invertidas en practicar disciplinas espirituales que nos permitan ser transformados por la gracia de Dios? ¿Estamos nadando en las aguas de la superficialidad, la inestabilidad, la inmadurez o en las aguas profundas de la estabilidad y la madurez? ¿Cuán comprometidos estamos con nuestro crecimiento espiritual? ¿Hemos sido intencionales en alcanzar la meta de ser como Cristo? Desde que conocimos a Cristo, ¿ha habido progreso en nuestro crecimiento espiritual? ¿Hemos hecho del crecimiento espiritual una prioridad?
Echando Raíces es una invitación que Dios nos hace a la madurez cristiana. Es un llamado a ponernos día a día en las manos de Dios para que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccione hasta el día de Jesucristo. Es un llamado a dejar nuestras diferencias atrás, de manera que podamos enfocarnos en crecer juntos. Mi sueño como Pastor es que esta iglesia sea como este árbol que está aquí en el altar con unas raíces fuertes y sólidas que sirvan de cimiento para dar estabilidad a nuestra iglesia. Yo sueño como dice el Salmo 92:
“Los justos florecerán como las palmeras;
crecerán como los cedros del Líbano.
13 Serán plantados en la casa del Señor,
y florecerán en los atrios de nuestro Dios.
14 Aun en su vejez darán frutos
y se mantendrán sanos y vigorosos
15 para anunciar que el Señor es mi fortaleza,
y que él es recto y en él no hay injusticia.”
Yo declaro que la iglesia Samuel Culpeper crecerá como las palmeras, crecerá como cedro del Líbano. Será plantada en la casa del Señor, y florecerá en los atrios de nuestro Dios. Aun en su vejez dará frutos y se mantendrá sana y vigorosa para anunciar que el Señor es su fortaleza, y que él es recto y en él no hay injusticia.
¿Cuántos queremos ser parte de esa iglesia madura? Les invito hoy a hacer dos compromisos con Dios. En primer lugar, necesitamos hacer el compromiso de estar unidos. No habrá crecimiento mientras haya división. En segundo lugar, necesitamos hacer el compromiso de crecer, salir de la zona de estancamiento y practicar las disciplinas espirituales. Es tiempo de crecer juntos.
Nota: Su compromiso debe verse reflejado en su asistencia a las próximas doce semanas que durará esta campaña Echando Raíces. Te espero.
Excelente estudio, muy interesante.